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Última actualización: 04 Diciembre 2015

En el Excélsior, la periodista Yuriria Sierra, escribe que: “todos nos quejamos de ella. Todos somos víctimas, pero también victimarios. La discriminación se vive en esa línea donde se encuentra nuestra sensatez y nuestra hipocresía. Agredimos y nos agreden. Justificamos lo primero, nos espantamos por lo segundo. Nos gusta que nos traten bien, tratamos según estemos de humor



Fuente: Excelsior

Autora: Yuriria Sierra

Todos nos quejamos de ella. Todos somos víctimas, pero también victimarios. La discriminación se vive en esa línea donde se encuentra nuestra sensatez y nuestra hipocresía. Agredimos y nos agreden. Justificamos lo primero, nos espantamos por lo segundo. Nos gusta que nos traten bien, tratamos según estemos de humor. ¿Cuántas veces al día pensamos, tal vez sin decirlo, en decirle a alguien: gordo, puto, maricón, indio, chaparro, naco, chacha, etcétera? ¿Cuántas veces nos han dirigido alguna de estas palabras? ¿Cuántas de ellas hemos dirigido a otra persona? ¿Cuántos adjetivos expresamos todos los días con la intención de herir al otro, de hacer menos su origen, de desestimar su trabajo, de desaprobar su estilo de vida? ¿Cuántas historias de estas conocemos? ¿De cuántas hemos sido protagonistas?

Hace tres años se presentaba el estudio Tweetbalas: palabras que hieren, de la Conapred, en ese entonces comandada por Ricardo Bucio, y se dedicó a identificar los hashtags más utilizados en redes sociales con connotación discriminatoria. Los resultados fueron desalentadores. En los dos meses analizados se encontraron 31 hashtags, entre ellos #eressirvienta, #esdeplebes, #apestasahomosexual y #lasmujeresnotienenderechoa. Juntos daban un total de 60 mil 57 tuits en sólo ocho semanas. En aquel entonces, las palabras más utilizadas para descalificar fueron “puto”, con 140 mil menciones, “zorra” y “prole”, con 40 mil cada una. Esto sucedía en 2012 en las redes sociales de nuestro país.

Ayer, en entrevista para Excélsior Televisión, Alexandra Haas, recién designada presidenta de Conapred, me presentó una nueva herramienta que la comisión utiliza para monitorear estas agresiones en internet, específicamente en Twitter. Los resultados son aún más deprimentes. A través de un contabilizador que puede ver en dilosinodio.sintags.mx aparece el número de veces que a lo largo del día se utilizan palabras como “tolerancia”, “naco”, “puto”, “chacha”, “indio” y otras que son discriminatorias y/o en el terreno del odio (aunque a veces queramos disfrazarla de cotorreo). Un ejemplo escalofriante: para las 13:50 horas de ayer, las cosas iban así: “tolerancia”, 2,993 menciones; “naco”, 3,115; “puto”, 44,913; “chacha”, 7,091, e “indio”, 10,798 menciones.

Si cotejamos esto con el estudio de 2012, vemos que “puto” se utilizó en aquel entonces un aproximado de 140 mil veces en dos meses, ayer a mediodía lograba 44,913, que si lo multiplicamos por 60 se convierte en un crecimiento porcentual del odio expresado en redes tan exponencial que sólo serviría para erizarle la piel a cualquiera.

“Dilosinodio” es una interesante herramienta para medir nuestra doble moral, porque nadie deja pasar por alto una agresión cuando es víctima, ¿pero pensamos lo mismo cuando somos victimarios? ¿Reconocemos una flaqueza en nuestra propia sensatez cuando le soltamos a alguien un adjetivo que nos haga “sentir” falsamente superiores? Porque ese es el sentido de la discriminación: pensar que por determinadas condiciones se es más o mejor. Así se escriben los discursos de odio cuando esta idea es sacada de contexto. Como individuos deberíamos tener todos un sentido y sensibilidad exacta para aceptarnos tal como nos vemos al espejo, pues en lo que no aceptamos es donde hacen nido los prejuicios, mismos que llevan inevitablemente a la discriminación y luego al odio. No sólo le reclamemos a Donald Trump: empecemos por no discriminar en nuestra casa, calle, escuela, trabajo, Twitter y en una de esas, realmente seremos mejores personas (y no mejores que los demás, sino mejores que nosotros mismos).



@mexicosos

http://www.excelsior.com.mx/opinion/yuriria-sierra/2015/12/04/1061297

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