La lección de Guatemala al “gigante” regional

Última actualización: 04 Septiembre 2015

En México, históricamente, se ha menospreciado a los vecinos de la frontera sur para poner el foco de todas nuestras aspiraciones en Estados Unidos, que sigue siendo la primera potencia del mundo y la que marca las tendencias económicas, políticas y sociales a nivel internacional.



Fuente: Fuente: Sin Embargo

Poco ha importando a México, que aún se siente el “gigante” de la región Mesoamericana, voltear a ver a sus vecinos del sur, y como ciudadanos a los mexicanos también nos ha importado poco los grandes lazos culturales e históricos que tenemos con las naciones de Centroamérica, y más bien los hemos subestimado una y otra vez.

Un ejemplo terrible de este menosprecio es el trato que el Gobierno federal e incluso los ciudadanos le damos a los migrantes centroamericanos que atraviesan el país en busca de llegar a Estados Unidos. Organizaciones civiles, nacionales y extranjeras, han denunciado en diversas ocasiones la política migratoria de México por violaciones a los derechos humanos y por su falta de mecanismos de protección.

En este contexto, Guatemala, un país que tiene aproximadamente 16 millones de habitantes y un territorio pequeño, comparado con México, dio ayer una lección impecable a los ciudadanos mexicanos y a los del mundo.

En esencia, somos muy parecidos. Cojeamos del mismo pie: los ciudadanos han sido víctimas durante décadas de gobiernos totalitarios y corruptos, que han procurado, como una consigna, el retraso del desarrollo y el progreso para así mantener el control político y económico en unas pocas manos, y explotar las riquezas naturales y el presupuesto público a sus anchas y en total impunidad.

Sin embargo, durante los últimos días, y especialmente ayer, el pueblo guatemalteco mostró que es posible, a través de la denuncia, la protesta y la presión social, descabezar redes de corrupción de elite, así sean los protagonistas el propio Presidente y la Vicepresidenta del país.

Luego de manifestaciones multitudinarias que se prolongaron por cinco meses, ayer el Presidente Otto Pérez Molina renunció a su cargo debido a graves acusaciones de corrupción.

Las circunstancias en las que dimitió el mandatario han causado un alboroto entre líderes de opinión, mexicanos y extranjeros, que de inmediato compararon la situación de Pérez Molina con los episodios que ha protagonizado el Presidente Enrique Peña Nieto en materia de presuntos conflictos de interés de él, de su familia y de sus más cercanos colaboradores, y de los que ha sido absuelto por una Secretaría de la Función Pública (SFP), dependencia que, por cierto, trabaja para la propia Presidencia de la República, lo que ha aumentado la desconfianza y el reclamo de los mexicanos hacia el actual Gobierno federal.

Otto Pérez es acusado de liderar la red de corrupción aduanera conocida como “La Línea”. Sobre él pesa una orden de captura tras perder el pasado 1 de septiembre la inmunidad de la que gozaba por su cargo. La crisis en el gobierno del ex General retirado, quien tomó posesión el 14 de enero de 2012, estalló en abril pasado cuando el Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional Contra la Impunidad de Guatemala (Cicig) desarticularon a la red de corrupción que operaba en las aduanas del país.

El rechazo a la gestión del Presidente guatemalteco quedó demostrada el pasado 27 de agosto cuando unas 100 mil personas llenaron durante más de 10 horas la Plaza de la Constitución para exigir su renuncia. Luego, Pérez perdió el respaldo del Congreso, cuando 132 diputados por unanimidad votaron a favor de retirarle la inmunidad. Tampoco encontró apoyo en su último bastión: la Corte de Constitucionalidad (CC), donde también por unanimidad fueron rechazados dos amparos que había interpuesto contra el trámite de retirada de su inmunidad.

Ahora, Otto Pérez Molina será enjuiciado, como cualquier otro ciudadano que comete un crimen y con la agravante de ser la cabeza de un gobierno que abusó del apoyo y la confianza que la sociedad le dio en las urnas.

México vive hoy en su peor crisis de corrupción e impunidad. Todos nos quejamos, todos reclamamos. Pero cada quien va por su lado. No hay cohesión ni solidaridad entre las diferentes causas. Por eso, han dicho expertos, los movimientos sociales son tan fácil de romper e incluso de coptar por los gobiernos. A los líderes, dicen, se les compra con dinero o con cargos públicos, y ahí se acaba el problema.

Si un día los mexicanos aprendemos de lecciones como la que dio el pueblo guatemalteco y pasamos de las quejas a la acción coordinada, y a la protesta social generalizada y pacífica, seguramente podremos obtener victorias frente al abuso de quienes conducen las instituciones del Estado.

@mexicosos

http://www.sinembargo.mx/opinion/04-09-2015/38814

Subir