“Soy obsesivo por hacer las cosas bien y muy optimista"

Última actualización: 09 Febrero 2015

Entrevista a Alejandro Martí, Presidente y Fundador de México SOS, aparecida en el diario La Razón el sábado 7 de febrero de 2015

Por Bibiana Belsasso

Narra cómo enfrentó el secuestro de su hijo Fernando y las iniciativas que impulsa como activista; como un niño travieso y un joven emprendedor se califica el presidente de la organización México SOS

Después del secuestro de su hijo Fernando, Alejandro Martí se convirtió en un activista con participaciones en encuentros para discutir los problemas de seguridad en el país. Hace dos semanas, formó parte del Foro Nacional Equidad para las Víctimas en el Debido Proceso Penal, en el cual propuso que los ciudadanos integren un observatorio que revise los procesos judiciales, y pidió mayor control en los penales estatales y municipales: 60 por ciento de las extorsiones se realiza desde las cárceles, tres de cada diez secuestros son planeados ahí. El presidente de México SOS habla en entrevista de su infancia, de sus objetivos como empresario, y de su responsabilidad como activista.

Bibiana Belsasso: ¿Cómo era el niño Alejandro Martí?

Alejandro Martí: Travieso como pocos, me corrieron de dos o tres escuelas. Tengo una anécdota preciosa, me expulsaron en quinto de primaria del Moderno Americano y años después, mi hija Jimena se recibió en ese colegio con el promedio más alto que ha tenido una mujer en toda su historia. Cuando fui a recibir el premio me encontré a una de mis directoras, ya viejita, y le dije: “Oiga maestra, yo estudié aquí, soy Alejandro Martí”, respondió “no”. “Maestra, acuérdese, a mí me corrieron de aquí por travieso” y contestó: “Mire Alejandro, en esta escuela no corremos a los niños precisamente por traviesos”, y repliqué: “Bueno, ya ahí muere”. Imagínate cómo fui: travieso, mal estudiante, inquieto, y también bastante comerciante, me encantaba vender cositas, víboras, caracolitos, animales…

Belsasso: Desde chiquito traías el comercio en la sangre. Porque después pasan los años y te conviertes en uno de los empresarios más importantes del país.

Martí: Desde chico, y quizá de joven también, me di cuenta de que la realidad en esa época te obligaba a trabajar inmediatamente; el objetivo de cualquier mexicano en aquel entonces era empezar a producir.

Belsasso: ¿Qué estudiaste?

Martí: Administración de Empresas, creo que fue porque era una carrera muy práctica: empezábamos a las siete de la mañana y terminábamos a las nueve, y otra vez de siete a 10 de la noche, esto nos daba chance de trabajar todo el día. Yo trabajé desde muy chico, desde los quince años. Me pagué la preparatoria, la carrera y ya no hice esos posgrados, porque acuérdate que los posgrados fuera de México eran para hijos de políticos o multimillonarios; me dediqué durísimo…

Belsasso: ¿Tu familia, tus papás no tenían una situación económica bastante estable?

Martí: Eran comerciantes, mi papá siempre decía que era comerciante en pequeño. Teníamos una tienda en Venustiano Carranza, en el Centro, muy buena tienda; no teníamos sucursales, a mí me tocó con él, precisamente, después de la Olimpiada, abrir la primera sucursal en Plaza Universidad; yo tenía 19 años y me encantaba, te quiero ser franco, el comercio, la industria y, desde luego, las empresas de servicios, los clubes deportivos. Quizás hoy no pase mucho, pero mi sueño dorado era crecer y crecer; vivíamos en aquella época en que mientras más fuentes de trabajo crearas más orgulloso estabas de la vida.

Belsasso: ¿Cuál fue tu primer negocio?

Martí: Mi primer negocio informal, de chico, fue comprar coches viejos, armarlos y arreglarlos, me acuerdo perfectamente que el primero que compré fue un Ford 1929, lo adquirí en Cuernavaca. Estaba todo agujerado, los asientos eran de costales de maíz, y lo primero que pensé fue pasar por mi novia de aquella época, que es la mujer que tú conoces ahora; teníamos 15 años y le chiflé, estaba emocionadísimo porque me traje de Cuernavaca esa carcacha con un tanque de aceite de un amigo mío, cada dos kilómetros le teníamos que poner aceite y agua. Cuando pasé por Mati, la senté y le dije: “Mira cómo jala”; di el arrancón y se desprendió el asiento: Mati salió rodando hasta el fondo, llena de óxido, pulgas… Ese era mi negocio, empecé con ése, logré venderlo y empecé a comprar coches viejos; eso me fascinó hasta que llegó el momento en que quise formalizarme. Vendí anillos de graduación en las escuelas… hasta que en algún momento entré a una pequeñita fábrica de artículos deportivos que mi papá tenía en asociación con un señor, un catalán, que fue mi maestro; ahí hacíamos aletas, yo era el del molino y él de laboratorio.

Belsasso: De ahí surge Martí, las tiendas de deporte.

Martí: Martí ya existía desde hacía muchísimos años, lo inició mi abuelo y lo siguió mi papá, un hombre al que no le gustaba el comercio; él era de naturaleza diplomático, hablaba cuatro idiomas, andaba todo el día viajando, no le gustaba mucho el negocio, y quizá, eso me motivó a interesarme en el negocio. Él se fue separando, porque me decía: “Yo no quiero crecer, el que mucho abarca poco aprieta”, y así eran estas costumbres.

Belsasso: ¡Y tú creciste, creciste y apretaste de maravilla!

Martí: Sí, 1969 —a los 19 años—, fue para mí el gran detonador, porque abrimos una tienda en la que por primera vez en la vida los artículos deportivos los podías tomar; en nuestra tienda del centro tú pedías un balón, apretabas un botón y te lo mandaban de la bodega de arriba; la política era que si querías ver otro, lo subías y te daban el otro…

Belsasso: ¿Esto era para que no te robaran nada?

Martí: Para que no te robaran nada, y, por primera vez en la historia una tienda de deportes chica —de 200 metros cuadrados, para darte una idea hoy Eureka tiene mil 400 metros cuadrados—, puso todo a la vista. Todos nuestros competidores pensaron que íbamos a quebrar, en efecto, los primeros seis o siete meses de abierto perdimos la mitad del capital, pero gracias a Dios se abrió el cine de enfrente con Hello Dolly, ¿te acuerdas, el famoso cine éste, en Plaza Universidad?, y empezó a funcionar Martí. Para mí fue el gran detonador de mi vida.

Belsasso: El que iba por una pelota, veía los guantes y veía las rodilleras, se llevaba todo.

Martí: Se llevaba todo. Empezamos a ponerle en Deportes Martí desde una pelota hasta un velero, me acuerdo que mucha gente todavía entraba a Martí y me decía: “Oiga, qué esto es Pinedo”, me daba mucho coraje y los sacaba, “esto es Martí”, gritaba. El líder en ese entonces era Pinedo Deportes y, empezamos a crecer, a abrir sucursales; me empecé a meter muy fuerte a la industria del deporte, porque era la época de la prohibición, acuérdate que no se podía importar nada, entonces había que producir muchas cosa.

Belsasso: Sí, no había ni Tratado de Libre Comercio.

Martí: Exactamente, no existía. Era la época en la cual se quería fomentar la industria nacional y se tenían cerradas las fronteras, si querías importar había impuestos enormes; me metí durísimo a eso, me comenzó a interesar mucho la parte inmobiliaria, y entonces empecé a construir para poner las tiendas, y era una simbiosis; además, con un grupo de comerciantes de aquella época formamos la Asociación de Comerciantes Especializados, fui su primer presidente. Nos unimos comerciantes en pequeño y empezamos a hacer, primero, grupos de lugares donde poníamos nuestras tiendas y nos defendíamos entre todos; negociábamos con centros comerciales en paquete, fue una época para mí, ¿qué te puedo decir? Fue una época de gloria…

Belsasso: ¿Y los gimnasios?

Martí: Los gimnasios nacieron un día, recuerdo perfecto, Mati, mi esposa iba a un gimnasito en el Pedregal, y me insistía mucho en que hiciera pesas; a mí no me gustaba, me iba a montar a caballo, me gustaban otro tipo de deportes, jugué muchísimo tenis, y un día me invita y… empiezo a hacer ejercicio; veía que los equipos estaban hechos ahí en taller, no había baños muy bien puestos y entonces me salí muy enojado y le dije a Mati: “Un día te voy a enseñar a hacer un club”. Pasaron los años y me quedé con esa idea, de repente, en una empresa inmobiliaria que tenía, nos ofrecieron la fábrica de techos Eureka, precisamente la que está ahora con Costco, Martí y Sport City, nadie la quería porque le faltaba un puente que hiciera la vialidad correcta de norte a sur y de sur a norte. Me acuerdo que se iba a vencer el plazo para seguirla manejando y dije: voy a verla, la visité, era una bodega de estas enormes, altotas, y dije aquí nos queda un…

Belsasso: ¡Un gimnasio!

Martí: Un gimnasio precioso. Me acuerdo muy bien que había que hacer un puente y para hacer el puente teníamos que medir si podíamos sumir la calle para que diera la altura de los camiones del puente; pedí una varilla, la metí a la coladera, tomé la medida y al siguiente día me fui a ver al Jefe de Gobierno de aquel entonces, Manuel Camacho Solís, y le dije: “Oye, quiero hacer un Power Center”; me acuerdo perfecto que preguntó: “¿Qué es un Power Center?”, le respondí "un lugar donde están las tiendas fuertes, que por sí mismas funcionan, no en centros comerciales, como un gran Sport City, un gran Martí, y yo quería hacer una gran feria donde hoy está Costco, me acuerdo que dijo: “Necesito un Power Center, para mí”, porque traía algunas ilusiones políticas, en fin, le entramos e hice el primer Fitness Center, de casi cinco mil metros cuadrados

Belsasso: ¡Qué maravilla! Y en ese entonces tenías a tus hijos pequeños, tu matrimonio con Mati, que fue tu novia desde la adolescencia.

Martí: Con Jimena y Alejandrito, me acuerdo que él inauguró esa tienda y fue el ticket número uno; pero lo más importante es que hicimos la primera tienda de deportes de mil 400 metros cuadrados, con un gimnasio de cinco mil metros cuadrados, con la pista de correr por arriba del gimnasio y que entraba por la tienda, para mí, en ese momento, era el non plus ultra en México, era un gigante; mucha gente le tenía muchísimo miedo a un concepto tan grande, ese Sport City fue uno de los mayores éxitos que tuvimos, vendimos el 60 por ciento de la ocupación del gimnasio antes de abrir…

Belsasso: Sin duda; y pasa la vida, sigues creciendo el negocio, te conviertes, como decíamos, en uno de los empresarios más exitosos del país, y de repente, surge este hecho que te cambia la vida radicalmente, que es el secuestro de Fernando.

Martí: Circunstancias de la vida. Trabajé de sol a sol muchísimos años para formar un patrimonio, quizá un poco en la cúspide de mis negocios en los clubes —todo esto que requería grandes cantidades de dinero para seguir creciendo, porque casi todas las empresas requieren de capital o capitalizarse para seguir creciendo—, decidí quedarme con una participación menor para dejar que el negocio se desarrollara. Entonces, teníamos como cinco mil o seis mil personas —ejecutivos trabajando en el negocio—, siempre mi ilusión fue que esto creciera enormemente, tuve la suerte de encontrar a Alfredo Harp, hicimos una estrategia de unión para crecer el negocio, él es amante del deporte, tiene muchos equipos, hacíamos mucha sinergia juntos.

Belsasso: Y a lo largo de la vida los acabó uniendo la misma tragedia.

Martí: Lamentablemente sí. Ese día fue espantoso porque yo estaba tomando el avión con Mati para ir a recoger a mi hijo Alejandrito, que terminaba clases en un internado militar, estando en el avión me hablaron que habían secuestrado a Fernando; a partir de ahí fue una tragedia, estuvimos en la casa muchas semanas luchando con un pelado del otro lado, una gente verdaderamente agresiva, muy difícil, con la cual no podías hablar, seguía las instrucciones de los expertos porque no puedes hacer nada, cuando está la vida de tu hijo no quieres tomar decisiones, sino con la gente que sabe. Tenía en la casa a expertos que habían manejado esto y finalmente conoces la historia: pagamos y…

Belsasso: Además de todo sí pagaron el rescate…

Martí: Sí pagamos el rescate…

Belsasso: Y aún pagando, acaban con la vida de Fernando; ¿cómo es la vida después?

Martí: Una vez que esto sucedió, no sé si por azares del destino, tenía la opción de irme a lamerme las heridas como un perro golpeado, lastimado… o afrontar las cosas y tratar de luchar por esta situación. Todo se define el día en que, después de que el Presidente Calderón va a la misa de difuntos de mi hijito, yo estaba desesperado, y finalmente me invitan al Consejo Nacional de Seguridad a hablar y, yo creo que ahí se define el futuro de mi vida.

Belsasso: Es cuando dices esta frase famosísima: “Si no pueden, renuncien”, y te das cuenta de que realmente Alejandro Martí tiene un peso en la sociedad civil, que puede hacer contrapunto para exigirle al gobierno resultados.

Martí: Sí. Iba desecho, me sentía muy mal, pensé que iba a pasar al principio, que iba a decir unas palabras y me iba a ir; conforme pasaba el tiempo observaba: estaba del lado del público y veía que todo el mundo hablaba y usaba un apunte y hablaban, como no me pasaban, pensaba: “Que bueno que no me pasaron, porque no tengo nada preparado, vengo con mucho coraje, pero no tengo nada preparado, creo que es una estupidez que me pare ahí”, porque estaba el Estado en pleno, atrás de mí estaban todos los líderes de la sociedad…y de repente llega alguien de Presidencia y me dice: “Licenciado Martí, véngase”, entonces me sienta, estaba justamente el doctor Soberanes al lado mío, y dije: “Híjoles, mano, ¿qué digo?”. En ese momento me llega una inspiración y dice: “No necesitas nada más que ver a cada uno de los que están aquí enfrente y te va a salir el discurso”, estaban gobernadores, el secretario de Seguridad Pública, y dije: “Que más quieres como guía, en vez de tener un papel…”

Belsasso: Lo que sale del corazón…

Martí: Y tener las caras de cada uno, porque el Estado, finalmente, ha sido culpable de lo que nos ha pasado; el Estado, que somos nosotros mismos, porque son ciudadanos en el poder, igual que nosotros somos ciudadanos viviendo y haciendo por el país. Pero había algo de razón en el discurso, entonces se me ocurre decirle a Soberanes: “Oye, ¿cómo se empieza?”, me pone: “Señor Presidente”, y ya me da el orden, porque no sabía ni el orden y cuando me toca, empiezo a construir el discurso en función de lo que estaba viendo, primero de lo que me había pasado en la infancia, los parques que teníamos, que andábamos en las calles, que no había ningún problema, me acuerdo que tenía patos en mi casa, me iba en bicicleta al mercado a comprar el cacomiztle.

Belsasso: Era un México donde si empezabas con una tiendita, te podías convertir en un gran empresario, hoy esa historia es, prácticamente, imposible.

Martí: No hay oportunidades. Me acuerdo que iba en bicicleta agarrado del trolebús, era ese México en el que podías vivir muy bien. Empecé con esa narratoria que para mí era muy importante y, finalmente, entra lo que le sucedió a mi hijo y me empieza a entrar un dolor, sin ganas de llorar, y en ese momento me cuestiono: “¿Que haces aquí en frente de todo el mundo? Ahorita, prácticamente estoy en nombre de miles de gentes de este país que no tienen la oportunidad de hablar ante todos ustedes”, y empiezo a construir el discurso en función de lo que un ciudadano con dolor tiene la oportunidad de expresar y en ese momento me digo: “Aquí está la vocación, tienes que representar a todos aquéllos que no tienen el privilegio o la suerte de poderse parar y decirles”. En ese momento me entró la fuerza, veo a los que estaban de Seguridad Pública, especialmente al procurador y les dije: “Pues, de verdad, si la vara es muy alta, lo que les estamos pidiendo es muy alto, si no pueden, renuncien”, y entonces veo a una persona que para mí, siempre ha sido un corruptazo, y entonces le dije: “Porque también…

Belsasso: ¿Nos vas a decir quién?

Martí: De ahí tengo varios nombres que odiaba. Fue cuando dije: “Porque también es corrupción estar sentados en sus oficinas recibiendo un sueldo, porque hay muchos jóvenes que están ansiosos de ocupar sus puestos”. Y, ¡pácetelas!, para mí representó un reto de encarar, y cuando termino viendo al Presidente de la República y a la derecha a Marcelo Ebrard, que por cierto me costó mucho trabajo que fuera, porque estaban peleados, fue cuando dije: “Una vez electos, el único partido en este país es México, estamos por México”. Ese fue un mensaje al Presidente Calderón y a Marcelo, porque, Dios mío, nadie se saludaba, entonces ¡púmbatelas! Al terminar, no oí qué contestó Marcelo Ebrard, porque dijo: “Yo me comprometo”, pero no lo escuché, no sé si me estaba regañando o no, pero no escuchaba, de repente todo el mundo se para y empieza a aplaudir, yo estaba en una especie de estado hipnótico.

Belsasso: Sí, fue una maravilla de discurso.

Martí: Pero como estaba yo, están los 43 padres de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa.

Belsasso: ¡Por supuesto! A ver, ahora preguntas y respuestas cortas, ¿cuál es tu libro favorito?

Martí: En media hora la muerte.

Belsasso: ¿Tu música?

Martí: Cuando estoy un poco deprimido me encanta la ópera, pero la verdad me encanta la balada mexicana y los tríos.

Belsasso: ¿Tu serie favorita de televisión?

Martí: Ahorita estoy viendo el Señor de los Cielos , créeme que estoy impresionado de lo que pueden hacer en una serie de 69 capítulos, te los puedes comer en un mes y nunca perder interés.

Belsasso: ¿El día más feliz de tu vida?

Martí: Cuando nacieron mis hijos.

Belsasso: ¿El más triste?

Martí: El día que murió mi hijo.

Belsasso: Completame esta frase: Alejandro Martí es…

Martí: Alejandro Martí es un optimista consumado, soy un hombre obsesivo por hacer las cosas bien y, a pesar de que el país y el Estado me quitó un hijo, por la indolencia, la corrupción y la impunidad, que es lo más importante, pues…Amo a mi país.

Fuente: La Razón

http://www.razon.com.mx/spip.php?article247020
Subir