El análisis criminal y el rol de la sociedad civil, un recuento de hechos.

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Estimados miembros del Presídium, estimados colegas, señoras y señores, buenas tardes.

Iniciaré mi participación con un ejercicio de memoria, con el propósito de testimoniar, en lo que cabe, algunos acontecimientos de la vida pública que nos han permitido transitar este largo camino para transformar nuestro sistema de justicia penal y enfrentar los altos índices de violencia y criminalidad que aún nos aquejan.

A principios de agosto de 2008, ante la ola de secuestros de alto impacto y el creciente estado de inseguridad que existía en varias ciudades del país, por iniciativa de un grupo de organizaciones de la sociedad civil y empresariales de varios estados, un grupo de organizaciones de la sociedad civil, víctimas y familiares de víctimas del delito, convocaron a la ciudadanía a realizar la Marcha de la Indignación, para demandar a nuestras autoridades que implementaran medidas urgentes para frenar la violencia criminal e impunidad que nos aquejaba.

En respuesta a esta iniciativa ciudadana, días después la Secretaría de Gobernación convocó a los gobiernos estatales, municipales y actores de la sociedad a suscribir un Acuerdo Nacional por la Legalidad y la Seguridad.

Fue así que el 21 de agosto de ese año, en el marco de la Vigésima Tercera Sesión Ordinaria del Consejo Nacional de Seguridad Pública, se firmó dicho acuerdo, cuyo objetivo era consolidar la seguridad pública como una política de Estado, convocando a todos, autoridades y sociedad civil , a integrar un frente común contra la violencia y la criminalidad, para recuperar las condiciones de seguridad que demandábamos y seguimos demandando los mexicanos todos.

Dicho acuerdo fue suscrito por los Poderes Ejecutivos, Federal y estatales, el Congreso de la Unión, el Poder Judicial Federal, representantes de las Asociaciones de Presidentes Municipales, los medios de comunicación, las organizaciones de la sociedad civil, empresariales, sindicales y religiosas.

Tras de la firma del ACUERDO NACIONAL POR LA SEGURIDAD, LA JUSTICIA Y LA LEGALIDAD, en los tres años subsecuentes se realizaron al menos dos rondas de dialogo entre académicos y organizaciones de la sociedad civil con el Poder Ejecutivo para realizar un diagnóstico sobre la inseguridad (agosto de 2010) y para escuchar las demandas y reclamos de los familiares de las víctimas de la llamada lucha contra el narcotráfico, que fueron encabezadas por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, de Javier Sicilia, y tuvieron lugar en junio y octubre de 2011, bajo la demanda de que el Jefe del Ejecutivo realizara cambios a la estrategia de seguridad que se venía instrumentando; para demandar la legislación y aprobación de una Ley de Protección a Víctimas del Delito –que en 2012 sería aprobada como Ley General de Atención y Protección a las Víctimas– y para oponerse a la aprobación de la reforma a la Ley de Seguridad Nacional, que buscaba institucionalizar el uso del Ejército en las tareas de seguridad pública.

Sin menoscabo de los logros alcanzados a partir de las iniciativas antes señaladas, es importante centrarnos en las características del ACUERDO NACIONAL POR LA SEGURIDAD, LA JUSTICIA Y LA LEGALIDAD, firmado en 2008, pues bajo esta figura se aprobaron mecanismos de trascendental importancia, que En la formulación del Acuerdo Nacional se reconocían, entre otras cosas:

  • “QUE LA SOCIEDAD MEXICANA SE ENCONTRABA AGRAVIADA POR LA IMPUNIDAD, LA CORRUPCIÓN, LA FALTA DE COORDINACIÓN ENTRE LAS AUTORIDADES Y POR UN AMBIENTE DE INSEGURIDAD Y VIOLENCIA”.
  • “(…) QUE EL ESTADO ENFRENTA EL DETERIORO INSTITUCIONAL DE LOS ORGANISMOS ENCARGADOS DE LA SEGURIDAD PÚBLICA, LA PROCURACIÓN E IMPARTICIÓN DE JUSTICIA, COMO PROBLEMAS DESATENDIDOS A LO LARGO DE DÉCADAS”.
  • “(…) EN MUCHOS CASOS, DEBIDO A LA PENETRACIÓN DE LA DELINCUENCIA EN LOS ÓRGANOS DE SEGURIDAD Y A LA COMPLICIDAD DE ALGUNAS AUTORIDADES CON LOS CRIMINALES(…)”.


Asimismo, dentro de sus premisas, reconocía, entre otras cosas:

  • 1. QUE LA POLÍTICA DE SEGURIDAD ES UNA POLÍTICA DE ESTADO.
  • 2. QUE LA COORDINACIÓN, COOPERACIÓN E INTERCAMBIO DE INFORMACIÓN ENTRE LOS TRES PODERES DE LA UNIÓN Y LOS TRES ÓRDENES DE GOBIERNO ES CONDICIÓN INDISPENSABLE PARA GARANTIZAR LA SEGURIDAD PÚBLICA;
  • 3. QUE CADA UNO DE LOS PODERES Y CADA UNO DE LOS ÓRDENES DE GOBIERNO DEBE EJECUTAR LA PARTE QUE LE CORRESPONDE, EN EL MARCO DE SUS ATRIBUCIONES, PARA CUMPLIR LOS COMPROMISOS ASUMIDOS DE ACUERDO CON LAS METAS Y LOS TIEMPOS CONVENIDOS;
  • 4. QUE CADA COMPROMISO PARTICULAR SUSCRITO POR LOS FIRMANTES DEL ACUERDO DEBERÍA HACERSE DEL CONOCIMIENTO DE LA SOCIEDAD E INCLUIRÍA MECANISMOS TRANSPARENTES DE RENDICIÓN DE CUENTAS, CON BASE EN UN SISTEMA DE INDICADORES DE SEGUIMIENTO Y EVALUACIÓN, Y;
  • 5. QUE EL ACUERDO DEBÍA TENER UNA VIGENCIA DE LARGO ALCANCE, QUE TRASCENDÍA LA TEMPORALIDAD DEL ENCARGO DE QUIENES LO SUSCRIBIERAN.


A partir del corolario mencionado se establecieron 75 compromisos, con plazos perentorios a cumplir, que iban de los dos hasta los14 meses, para:

Depurar y fortalecer las instituciones de seguridad y procuración de justicia; crear un modelo nacional de evaluación y control de confianza; impulsar la creación de centros estatales de control de confianza certificados; sujetar a evaluación permanente y de control de confianza a instituciones policiales y de procuración de justicia, Migración y centros de readaptación; establecer un sistema nacional de desarrollo policial; establecer un sistema nacional de desarrollo de ministerios públicos; apoyar a las entidades federativas en el combate de los delitos más sensibles para la sociedad; formular y emitir una estrategia nacional contra el lavado de dinero; fortalecer la capacidad institucional del ministerio público federal; consolidar las redes de atención a víctimas de delito a nivel nacional; regular el registro, establecimiento y acceso a bases de datos de los equipos de telefonía móvil y fija, así como el acceso a la información sobre la ubicación física de los móviles en tiempo real, en los casos en que sean aparatos y números telefónicos involucrados en actividades delictivas; fortalecer con la participación de la sociedad civil el sistema de denuncia contra la corrupción y mala actuación de los servidores públicos; adecuar el modelo de coordinación y el arreglo institucional de atención a la seguridad pública para garantizar la responsabilidad compartida entre la Federación, las entidades federativas y los municipios; fortalecer el Sistema Penitenciario, entre otros compromisos más.

Sin embargo, y no obstante que se concretaron compromisos sustanciales, algunos de ellos no se han cumplido a cabalidad y muchos otros sólo han obtenido resultados parciales; por ejemplo:

La depuración de los cuerpos policiacos y la creación de un sistema de control de confianza que genere certidumbre ciudadana en los elementos de seguridad pública no tiene los avances requeridos; se ha realizado un trabajo opaco en la construcción del llamado Sistema Nacional de Desarrollo de los Ministerios Públicos; se han obtenido resultados importantes pero parciales en las unidades estatales para el combate al secuestro; la eficacia del Ministerio Público está por debajo de lo esperado; la construcción del Sistema de Denuncias contra la Corrupción no se ha concretado; la aprobación de la Ley de sanciones penales está pendiente de ser aprobada y se ha postergado el fortalecimiento del Sistema Penitenciario, por mencionar sólo unos cuantos de los puntos comprometidos.



     
   
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