Cuidar a quien nos cuida

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El Secretario de Seguridad Pública de Tabasco y muchos de nuestros conciudadanos se olvidan de considerar quiénes son nuestros policías de carne y hueso: hombres y mujeres que cotidianamente enfrentan riesgos, presiones, tensiones o quebrantos que no pocas veces les cuesta la vida y a cambio sólo reciben un precario nivel de ingreso, escasa capacitación profesional y reconocimiento cuando realizan bien su labor.



En días pasados fuimos testigos del paro laboral y protesta de los policías estatales y agentes de tránsito en Tabasco, quienes iniciaron su movimiento para demandar mejores condiciones salariales y de trabajo, además de afrontar directamente las ofensas y descalificativos que les profirió el Secretario de Seguridad Pública de la entidad, el General Audomaro Martínez Zapata, quienes les llamó “gordos, flojos y panzones”.

Más allá de las motivaciones políticas que le subyacen, el caso vuelve a poner en el ojo del huracán la discusión sobre las precarias condiciones laborales y de seguridad social bajo las que se desempeñan nuestros llamados “guardianes del orden”, y de la urgente necesidad de que se acelere el proceso de capacitación, certificación y profesionalización de todos los cuerpos policiacos que existen en el país. Dicha tarea está asociada a la consolidación del nuevo sistema de justicia que se empezó a construir a partir de la reforma constitucional en materia de seguridad pública, justicia penal y delincuencia organizada, aprobada en 2008.

Como es de todos conocido, los cuerpos policiacos constituyen el primer eslabón dentro del sistema de impartición y administración de justicia, pues es a ellos a quienes corresponde salvaguardar la integridad y los derechos de las personas, preservar las libertades, el orden, la paz pública y prevenir la comisión de delitos. Lo cual significa que, en tanto institución, la Policía es la instancia de seguridad pública por excelencia y que juega un papel de trascendental importancia para mantener la gobernabilidad del país.

Sin embargo, bajo la todavía persistente crisis de seguridad pública que azota a nuestra sociedad desde hace más de un lustro, los cuerpos policiacos se encuentran marcados por altos niveles de descrédito y desconfianza, viviendo realidades en las que muchas veces las fronteras entre legalidad e ilegalidad se diluyen y donde muchos de sus buenos elementos enfrentan riesgos, tensiones, amenazas y peligros que los obliga a mantenerse en permanente situación de alerta.

Todos estos riesgos profesionales que deberían ser sorteados con base en una capacitación profesional oportuna, bajo una renovada y articulada estructura organizativa de todas las corporaciones del país – que a la fecha no termina de construirse y que hace falta apresurar para dotar a esta institución y todas sus corporaciones de un alto nivel de eficacia en su actuar-, se ve empañada por descalificativos como los proferidos por el Secretario de Seguridad Pública de Tabasco quien, al igual que muchos de nuestros conciudadanos, se olvidan de considerar quiénes son nuestros policías de carne y hueso: hombres y mujeres que cotidianamente enfrentan riesgos, presiones, tensiones o quebrantos que no pocas veces les cuesta la vida y a cambio sólo reciben un precario nivel de ingreso, escasa capacitación profesional y reconocimiento cuando realizan bien su labor.

Pero más aún, también nos olvidamos que la violencia criminal y la crisis de seguridad tienen orígenes multifactoriales y que, en esta materia, se pretende atajar con políticas de rediseño y revaloración de nuestras instituciones. Esta situación demanda altas dosis de sensibilidad para impulsar medidas que contribuyan a reconciliar la convivencia entre la ciudadanía y las policías, a promover la colaboración entre el gobierno y la sociedad, y a fortalecer nuestro Estado de derecho.

Afortunadamente y en sentido contrario a los descalificativos que mencionamos, en otras latitudes del país, de la mano de organizaciones de la sociedad civil, vemos emerger propuestas encaminadas a reconocer, dignificar y fortalecer la acción institucional de nuestras corporaciones policiacas. Tal es el caso de la estrategia impulsada en Jalisco por Cuidando a quien nos cuida, Asociación Civil, presidida por Blanca Orozco de Nájera. Esta organización tiene el propósito de poner a disposición del personal operativo de la Fiscalía General del estado un conjunto de servicios y apoyos médicos, sociales, deportivos, educativos, culturales, de convivencia y estimulo a la integración familiar, para contribuir a fortalecer las capacidades humanas y el desarrollo integral de los elementos de la corporación y de su familia.

Como es de advertirse, las acciones de Cuidando a quien nos cuida están encaminadas a favorecer la dignificación de la policía y contribuir a que la sociedad se sensibilice sobre la valiosa labor que realizan para brindar seguridad y protección a la ciudadanía, así como para garantizar la paz social en la lucha contra el flagelo de la delincuencia, en cualquiera de sus expresiones.

En México SOS pensamos que este modelo es un ejemplo que se puede reproducir y aplicar en todo el país, razón por la que saludamos su puesta en marcha. Jalisco tiene sobre sí el foco de la atención pública en la lucha por la redignificación a nuestras policías.

Por: Alejandro Martí

Fecha de Publicación: 9 de abril del 2014

Fuente: Animal Político

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